Recuerdo como si fuera ayer el momento en que me di cuenta de que estaba aferrada a algo que Dios me estaba pidiendo que soltara. Había estado orando por una situación en particular durante meses, y cada vez que cerraba mis ojos para dormir, sentía cómo mi corazón se tensaba al pensar en eso. Era como si sostuviera un balón en mi mano y no pudiera soltarlo, por miedo a que se fuera flotando lejos y no pudiera recuperarlo.
Pero un día, mientras leía la Palabra, me encontré con un versículo que me hizo detenerme a pensar. Decía:
“Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento” Proverbios 3:5
Fue como si Dios me hablara directamente al corazón. Me di cuenta de que estaba tratando de controlar la situación y no confiaba en Él para que hiciera su voluntad. Así que decidí soltar el balón. Fue difícil, pero sabía que era necesario. Comencé a orar y a pedirle a Dios que me ayudara a confiar en Él y a soltar mi necesidad de controlar la situación. Y fue entonces cuando empecé a sentir una paz que nunca antes había experimentado.
No fue fácil; hubo momentos en que sentí que caía en el vacío y que había perdido algo importante. Pero Dios me sostuvo y me mostró que Él es fiel y que siempre está conmigo. A veces, Dios nos pide que soltemos algo para que Él pueda trabajar en nosotros. Puede ser una relación, un trabajo, una situación o incluso una promesa que nos hemos hecho a nosotros mismos. Pero es importante recordar que cuando soltamos algo, no es porque Dios no se preocupe por nosotros, sino porque Él tiene un plan mejor. Puede que Dios te lo quite, te lo devuelva o te dé algo mucho mejor. Cuando soltamos algo, estamos diciendo que confiamos en Dios y que creemos que Él es capaz de hacer algo mejor que nosotros.
Y es entonces cuando Él puede empezar a trabajar en nosotros y a transformarnos en la persona que Él quiere que seamos. También es importante recordar que no siempre vamos a entender por qué Dios nos está pidiendo que soltemos algo. Y eso está bien. No siempre comprenderemos el plan de Dios, pero eso no significa que no debamos confiar en Él. A veces, Dios nos pide que esperemos y que confiemos en Él, incluso cuando no entendemos por qué. Y es en esos momentos cuando debemos aprender a confiar en Él y dejar que Él sea Dios. En mi caso, soltar el balón fue la mejor decisión que pude tomar.
Me permitió confiar en Dios de una manera que nunca antes había hecho y me mostró que Él es fiel y que siempre está conmigo. Así que si estás en una situación en la que sientes que estás aferrado a algo y no puedes soltarlo, recuerda que Dios te está pidiendo que confíes en Él y que sueltes lo que estás sosteniendo. Puede ser difícil, pero es necesario para que Él pueda trabajar en ti y transformarte en la persona que Él quiere que seas.