En el Evangelio de Juan, capítulo 10, Jesús presenta una de sus declaraciones más profundas sobre su identidad y misión. En esta enseñanza, se compara a sí mismo con un “buen pastor” en contraste con el “pastor asalariado”. Esta alegoría no solo resalta la compasión y el sacrificio de Jesús, sino que también ofrece una advertencia sobre aquellos que asumen roles de liderazgo en la comunidad de fe sin un compromiso genuino con las personas a su cargo.
A lo largo de la historia de la iglesia, la figura del pastor ha sido central. Sin embargo, la advertencia de Jesús sigue siendo relevante hoy: ¿cuál es la diferencia entre un pastor verdadero y uno asalariado? ¿Qué dice esto sobre la relación entre el líder espiritual y su comunidad?
El Buen Pastor: Un Modelo de Sacrificio y Amor
Jesús comienza su enseñanza con una declaración poderosa:
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11).
Aquí, Jesús se presenta como el ejemplo máximo del pastor ideal. Él no es simplemente un guía o un maestro, sino alguien dispuesto a sacrificar su vida por el bienestar de sus ovejas. Este sacrificio no es meramente simbólico; se refiere al acto culminante de su ministerio: su muerte en la cruz.
Este tipo de liderazgo no se basa en la conveniencia o en la ganancia personal. El buen pastor no solo está presente cuando es fácil o cuando todo marcha bien, sino que se mantiene fiel incluso en tiempos de peligro. En el contexto de las escrituras, este tipo de liderazgo encarna el amor y la dedicación total. Las ovejas no son un medio para un fin, sino el propósito final del ministerio de Jesús.
El Pastor Asalariado: Un Símbolo de Desinterés
Jesús introduce la figura del pastor asalariado como un contraste claro con su papel de buen pastor:
“Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, y deja las ovejas y huye; y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (Juan 10:12-13).
El pastor asalariado trabaja por una recompensa material, ya sea dinero, reconocimiento o prestigio. Su relación con las ovejas no está basada en el amor, sino en lo que puede obtener de ellas. En cuanto surge una amenaza, el asalariado abandona a las ovejas porque no tiene ningún compromiso emocional o espiritual con ellas. En lugar de protegerlas, las deja vulnerables ante el lobo.
El Lobo: El Peligro que Amenaza a las Ovejas
Es importante analizar el papel del “lobo” en esta enseñanza. En la Biblia, el lobo a menudo simboliza el mal, la tentación o los falsos maestros. En este contexto, el lobo representa cualquier amenaza que pone en peligro el bienestar espiritual, emocional o físico de la comunidad de creyentes. Mientras que el buen pastor enfrenta al lobo, el asalariado lo evita, priorizando su propia seguridad.
En la actualidad, las “ovejas” (la congregación) también enfrentan múltiples desafíos, desde doctrinas erróneas hasta crisis personales. El buen pastor es aquel que está dispuesto a enfrentarse a estas amenazas, interceder por las almas de aquellos bajo su cuidado, y guiar con verdad y amor.
Implicaciones para el Ministerio en la Iglesia Moderna
El contraste entre el buen pastor y el pastor asalariado tiene profundas implicaciones para el liderazgo dentro de la iglesia contemporánea. A lo largo de la historia, ha habido líderes espirituales que se han dedicado de corazón a sus congregaciones, siguiendo el ejemplo de Jesús. Pero también ha habido quienes han servido solo por las recompensas materiales o el prestigio, sin un verdadero interés por el bienestar espiritual de su comunidad.
Este pasaje invita a la reflexión, especialmente para aquellos en posiciones de liderazgo:
- ¿Estoy pastoreando con el corazón de Cristo, dispuesto a darlo todo por las personas a mi cargo?
- ¿Mi ministerio está motivado por el amor y la compasión, o estoy más preocupado por lo que puedo obtener en términos de reconocimiento o ganancia material?
El llamado al liderazgo en el cuerpo de Cristo es un llamado al sacrificio y al servicio, no a la autoexaltación o a la comodidad.
El Buen Pastor como Ejemplo para Todos los Creyentes
Aunque esta enseñanza tiene aplicaciones específicas para los líderes espirituales, también ofrece lecciones para todos los creyentes. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a imitar su amor y sacrificio en nuestras propias vidas. Jesús nos muestra que el verdadero amor no es egoísta ni busca el propio beneficio. Más bien, se entrega completamente por el bienestar de los demás.
El contraste entre el buen pastor y el pastor asalariado es una de las ilustraciones más claras que Jesús utiliza para enseñarnos sobre el verdadero liderazgo y el compromiso. Mientras que el pastor asalariado huye ante el peligro, el buen pastor permanece fiel, dispuesto a sacrificar su vida por sus ovejas. Esta enseñanza nos llama a evaluar nuestros corazones y nuestras motivaciones, no solo en el ministerio, sino en toda nuestra vida como creyentes.
Jesús, como el buen pastor, nos guía con amor y nos protege de los peligros que amenazan nuestra fe. Al meditar en esta enseñanza, podemos aprender a vivir con más compasión, sacrificio y dedicación, tanto en nuestro servicio a Dios como en nuestras relaciones con los demás.